lunes, 9 de marzo de 2015

Las cabras deLorenzo

Hubo un tiempo ya histórico y de época, en que Villar rebosa de facenda. Así los montes conservaban justo su natural balance y equilibrio y no hacía falta cortafuego alguno porque no había incendios. O muy raros. No hacían falta, pues por no haber no había ni gasolina ni con qué provocarlos.
Hoy no hay vacuno desde que el vaquero último se desentendiera ha poco de su media docena de cabezas. Y la vecera se reduce a un par de socios con seis cabras cada uno. Todos los Lentelláis son para ellas con sus brotes de flores abrileñas.

Pero a nada que se descuide el Sil, el fiel perro guardián, siguiendo el rastro de algún corzo esquivo, y su amo tenga que llegarse a casa para atender a algún asunto urgente , las cabras despreciando el fácil pasto, sin duda aburridísimo para ellas, trepan al monte sobre el Pousadoiro, lleno de brezos y dificultades, donde las urces prenden entre peñas. Allí disfrutan libres como locas, por los altísimos despeñaderos que caen a plomo sobre el Porcarizas.

Después el problemón es retrotraerlas al corral, sobre todo si hay mal tiempo y cae noche cerrada sin estrellas. Y es que la cabra, como alguna gente, aragonesa o no,como algunos "pueblos"* es tozuda y siempre que puede tira al monte y nunca da sus cuernos a torcer si no es por la fuerza. Por razones de fuerza, si es que cede, y jamás de jamases viceversa.

*Como la Cataluña nacionalista, entre otros.