Rara
avis al margen de l la dura labor,
mujeriego y gran zángano, era un poco un
gran hippy, era el representante de la contracultura, contrapunto en el orden
societario de entonces. Contrastaba su
atuendo siempre limpio y blanquísimo (mientras tuvo a Antolina) que le daba ese aire que camela y seduce a las hembras ligeras.
Gente
pobre y sin tierra y cargada de hijos
necesita el rebusco y otras artes de
labia para ir adelante con la vida diaria.
Los
maridos del pueblo y los trabajadores le cogieron manía y un buen día de
sábado hizo algo que colma la paciencia
de todos. Aunque indicios hubiera me
inclino a creer que no había evidencias.
Y
en el Aira do Teso cuando pavoneaba con camisa novísima lo cogieron por ella, lo zarandearon y dieron con su cuerpo, en las piedras
el barro. Primero eran cuatro, luego
seis luego ocho, el caso es que el pobre se
quedó como muerto o quizás se lo hiciera. El caso es que creen que lo
habían matado y se alejan un tanto sin saber ya
qué hacer. Pero él se endereza, se sacude la ropa y se entra en la casa
donde estaba Antolina que lo cuida y lo mima
y en dos días estaba como nuevo otra vez.
Y
respiro de alivio , pensando que al menos, le sirviera de algo. Y sirvió pues
que luego se le vió mas partícipe al trabajo diario y también con la edad que le iba pesando
menos pavo y pendón. Y la gente olvidó y
lo consideraron uno más en Villar. Y murió entre los suyos y al entierro
fue gente de Villar y otros sitios como es la costumbre entre pueblos vecinos.
Este
hecho me hizo desde entonces mirarlo con aprecio indulgente, ese aprecio que siento
por quien sufre de mobbing muchas veces
sin que haya fundamento para ello.
Yo
lo habría defendido, pero era pequeño . Luego tuve momentos de conversa con él y este estoico ejemplar, placentero
epicúreo ( comulgo con “villar”)
resultaba en el fondo una buena persona que creía no hacer mal a nada ni a nadie. Hoy merece también, a
mi modo de ver, figurar su recuerdo en esta galería de gentes que fueron célebres en
Villar
Saludos
cordiales,