viernes, 29 de agosto de 2014

Constantino el grande

Camposo




Constantino de nombre , el Camposo era entonces,por los años 50, on su gran corpachón alto fuerte y vital,  parecido al Castrón  sin habano y sin barba,  cuarentón incipiente.

Rara avis al margen  de l la dura labor, mujeriego y gran zángano,  era un poco un gran hippy, era el representante de la contracultura, contrapunto en el orden societario de entonces.  Contrastaba su atuendo siempre limpio y blanquísimo (mientras tuvo a Antolina)  que le daba ese aire  que camela y seduce  a las hembras ligeras.

Gente pobre  y sin tierra y cargada de hijos necesita el rebusco y otras artes  de labia para ir adelante con la vida diaria.

Los maridos del pueblo y los trabajadores le cogieron manía y un buen día de sábado  hizo algo que colma la paciencia de todos. Aunque indicios hubiera  me inclino a creer que no había evidencias.

Y en  el Aira do Teso  cuando pavoneaba con camisa novísima  lo cogieron por ella, lo zarandearon  y dieron con su cuerpo, en las piedras el  barro. Primero eran cuatro, luego seis luego ocho, el caso es que el pobre se  quedó como muerto o quizás se lo hiciera. El caso es que creen que lo habían matado y se alejan un tanto sin saber ya  qué hacer. Pero él se endereza, se sacude la ropa y se entra en la casa donde estaba Antolina que lo cuida y lo mima  y en dos días estaba como nuevo otra vez.
Y respiro de alivio , pensando que al menos, le sirviera de algo. Y sirvió pues que luego se le vió mas partícipe al trabajo diario  y también con la edad que le iba pesando menos pavo y pendón. Y la gente olvidó y  lo consideraron uno más en Villar. Y murió entre los suyos y al entierro fue gente de Villar y otros sitios como es la costumbre entre pueblos vecinos.

Este hecho me hizo desde entonces mirarlo con aprecio indulgente, ese aprecio que siento por quien sufre de mobbing  muchas veces sin que haya fundamento para ello.

Yo lo habría defendido, pero era pequeño . Luego tuve momentos  de conversa con  él y este estoico ejemplar, placentero epicúreo ( comulgo  con “villar”) resultaba en el fondo una buena persona que creía no hacer  mal a nada ni a nadie. Hoy merece también, a mi modo de ver,   figurar su  recuerdo en esta  galería de gentes que fueron célebres en Villar

Saludos cordiales,